Camino a Estambul

Km 53.140

En rutaY al fin entré en Asia …y que calor que hacía!!!; …y por las dudas lo hice con el pie derecho; pero así y todo el inicio de este nuevo continente fue bastante sufrido. Las últimas semanas en Europa, no me cuidé, tal vez porque me sentía que tras dos años en el viejo continente nada malo podía sucederme. Pero me equivoqué.

Todavía recuerdo cuando vendiendo fotos en Atenas, se me cayó el velocímetro de la bicicleta al agua podrida y lo recogí frente a aquel holandés que luego me convidó con coco, y quien como una madre me llamó la atención por comerlo con mis manos sucias. “No pasa nada”, ya estoy inmunizado”, le dije irónicamente.

De esa forma recorrí Grecia, bebiendo agua de la canilla y comiendo en lugares no del todo higiénicos. Pobre la argentina, que conocí en el albergue de la juventud en Atenas y a quien una noche la llamé para comer juntos en aquel restaurante. Al día siguiente tuvo que ser internada; y pobre de mí, que comí allí durante los 20 días de mi estadía en la ciudad.

Así dejé pasar las últimas semanas en Grecia, creyendo que mis dolores en el estomago eran pasajeros, o quizás que eran todavía síntomas de mis últimos días en Italia. De nada sirvió ir a un puesto de salud en Santorini, donde el médico me dijo: “no te preocupes, comienza a beber agua mineral y estarás mejor”. Pero camino a Estambul, me convencí de que realmente no estaba bien, porque los últimos días cada vez que me acostaba sentía mal estar y me demoraba horas en dormirme.

En la clinicaPor ello todavía en ruta paré en otra clínica, pero nadie hablaba inglés y fue imposible entendernos con el médico, quien al tomarme la presión quería ponerme suero o darme una inyección, pero no me convenció y preferí seguir pedaleando. Finalmente me detuve en el pueblo siguiente en un laboratorio, donde uno de sus médicos hablaba un poco de inglés. Allí enseguida me hicieron un análisis y me diagnosticaron varios tipos de bacterias, para los que me dieron un calmante estomacal y una caja de antibiótico por 10 días. Pero entendí mal y mi tratamiento fue un desastre y sumado al alcohol de un par de fiestas con mis amigos turcos, tuve que terminar tomando otra caja más. Espero que Dios me ayude.

Mi pedaleada a Estambul se extendió por 4 días, y así entre varias montañas que se mezclaban con un fuerte viento en contra visité Kesan y Tekirdag, entre otros. Y pese a que no estaba muy bien, los paisajes de la ruta me hacían olvidar de todo; hubo un par de noches que dormí en mi tienda y otra amenazado por la lluvia la gente de Seymenli, un pequeño pueblo del interior me autorizó a pasar la noche en la mezquita.

Y finalmente tras 60 km de pedaleada en un caótico tránsito llegué a Estambul.

Estambul

SultanahmetNi bien llegué a Estambul, me sorprendí, porque pese a sus decenas de mezquitas que existen a simple vista no parece una ciudad musulmana, principalmente por su juventud, que cada vez más se olvida de su religión y de sus tradiciones.

A mi llegada me encontré con Ezgi, una chica de 30 años, que conocí a través de un sitio de viajeros en internet. Ella vivía sola y me hospedó en su casa. A lo largo de mi estadía en la ciudad y luego a lo largo del país, conversando con ella, con sus amigos y también con otra personas me fui convenciendo de como la gente musulmana en las grandes ciudades esta perdiendo cada vez más su cultura y sus tradiciones, de cómo está siendo conquistada por occidente a través del capitalismo con su política de libre comercio con las bien camufladas franquicias, que no solo se interesan en vender mas servicios a cualquier precio, sino que también acaban siendo portadores de información y estadísticas que seguramente son útiles a la política de sus países orígenes.

Todavía recuerdo los relatos de Elguin, un contable recién formado que siempre trabajaba horas extras para una consultora multinacional, pero inteligente: “tenemos 150 empresas como clientes, de las que muchas son las mas importantes del país, a ellas las controlamos y las asesoramos, pero también nosotros periódicamente recibimos una visita internacional de la empresa madre que nos controla y nos enseña pero que también se lleva toda la información que le interesa; así es como funciona” me decía.

Basta con caminar por la calle o mirar televisión (canales pornos incluidos) para ver como a través de anuncios o programas, la cultura occidental provoca el desarraigo de las tradiciones a toda una civilización, de la que también podríamos aprender mucho. Aquí en los países musulmanes casi no existen madres solteras, ni el alto índice de matrimonios separados que existe en occidente ni hijos criados de tal manera. Porque sus tradiciones y su religión tienen mucho que ver con eso.

Pero en las grandes ciudades, en la actualidad los jóvenes musulmanes ya no se interesan por ello, prefieren beber que rezar y las mujeres vestir “a la moda” que andar cubiertas; algunos lo entienden como cambio de generación, otros prefieren mencionar la evolución; lo cierto que ninguno de ellos cree en la religión como sus padres o abuelos. Pero todos son musulmanes porque a la hora de obtener su documento todos son catalogados como tal, “y mejor que sea así”, me decía Ezgi, “porque si uno se opone y en el futuro es llamado a control en la calle por la policía, seguro que da un problema”.

Parte EuropeaEstambul es una ciudad gigante, son 15 millones de habitantes. El Bósforo es el canal que divide a la ciudad en dos, la parte europea y la parte asiática, ambas unidas por puentes. A su vez, el mismo canal conecta el mar Mármara con el mar Negro. La ciudad es impresionante, monumentales mezquitas, gran tráfico marítimo y una vida nocturna tanto como diurna. Y para el turista un programa bien agitado si también lo desea; lugares de interés históricos, museos, monumentos y palacios, baños turcos y bazares llenos de objetos de plata y cobre, alfombras y joyerías. También existen los tradicionales barrios viejos y callejuelas especializadas en un oficio o comercio correspondientes a los viejos gremios, la calle de los herreros, la de las bicicletas, la de los zapatos y la de las especias.

Mis amigos turcos

Mi estadía es Estambul se extendió por dos semanas, si bien recorrí la ciudad de un lado para otro, no visité tantos lugares turísticos, sino que me dediqué a descansar y recuperarme y a diferencia de 4 años atrás, cuando estaba en Malawi, asistí casi todos los partidos de la primera fase del mundial junto a Gonench y sus amigos, que quedarán grabados en mi memoria como mis amigos turcos.

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