Camino a Paris

Km 38.138

caminoaparisDesde Bélgica, mi camino hacia el sur me llevó a Francia otra vez; aunque ahora era atravesando el norte del país, porque mi próximo destino sería París.

Y que difícil fue encontrar las salidas de los pueblos o ciudades que atravesé. A veces me cuestiono si las personas a las que les preguntó realmente desean mandarme al demonio o si lo hacen sin querer. Parece increíble, pero es muy raro que al preguntarle a dos personas por el mismo camino, coincidan sus respuestas.

Pedaleando por le norte de Francia, la región célebre por sus innumerables bodegas de champán, atravesé Valenciennes, Cambrai y Creil. Allí los días de pedaleada fueron mejor que en Bélgica y Holanda, porque salió el sol y el viento me acompañó; y por las noches siempre encontré un albergue estudiantil para hospedarme y cocinar.

Tras tres días de viaje, llegué a París, y al igual que Londres, en su entrada tuve la sensación de que no me encontraba en una capital europea. Atravesé zonas donde predominaban los gitanos, indios y africanos.

senaParís es una ciudad con más de 2 millones de habitantes y ha sido el eje económico, político y artístico de Francia desde la era de los romanos. Pero la ciudad rejuveneció a mediados del siglo XIX, cuando sus arrabales fueron reemplazados por las elegantes avenidas y bulevares, y aparecieron sus cafés, sus restaurantes de alta cocina y sus elegantes tiendas, convirtiendo al París moderno en un lugar deleitoso para pasear.

Fue en esta ciudad donde avisté más que en ningún otro lado, decenas de parejas enamoradas, como si estuviesen de luna de miel. Dicen que París es una ciudad romántica; con sus puentes sobre el río Sena, con sus grandes parques, con sus majestuosas construcciones y con la gran Torre Eiffel. Es el escenario perfecto para los que están acaramelados, y por supuesto, para los que poseen una abultada billetera.

Sobre el anochecer, paré para vender en la avenida Campos Elíseos, según me dijeron la temperatura era de bajo cero, quizás una de las razones por la que no se detuvo nadie.

Pero a lo largo del fin de semana junté el dinero suficiente para seguir viaje, en el centro Pompidou y en el Jardín des Tuileries, junto a una decena de inmigrantes, había indios, argelinos, egipcios, marroquíes y turcos; y se demoraron en aceptarme, aunque en el último día corríamos todos juntos cuando nos abordaba la policía.

Durante mi estadía en París también visité el museo de Louvre, donde se encuentra una de las colecciones de arte más importantes del mundo, y me encantó, principalmente la sección de pinturas europeas que ilustra el cotidiano de varios países entre el siglo XV y XIX. En el museo también existen secciones de Escultura Europea y de Antigüedades Orientales, Egipcias, Etruscas y Romanas. Tras varias horas de recorrido acabé con dolor en mis rodillas.

5- Notre DameYa con la bici me dirigí a Notre Dame, la catedral en la que arquitectos y artesanos trabajaron por dos siglos y a la Torre Eiffel, de 1665 escalones y 324 mts de altura; que hasta el año 1931 fue el edificio más alto del mundo. Desde lejos, no me pareció tan imponente, pero bajo la torre, me resultó impactante; más aún en la noche cuando estaba toda iluminada; luego supe que son 10.100 toneladas de hierro y 2,5 millones de remaches.

Finalmente encaré la ruta hacia Orleáns tras despedirme de Nastia y Paul, la rusa y el francés que me recibieron en su casa y que decidieron casarse para que ella no tenga que abandonar Francia. Se habían conocido en la universidad, pero ambos estaban por graduarse en leyes, y la visa de Nastia estaba por finalizar, pero ahora eran marido y mujer, y planeaban viajar a Sudamérica por algunos meses y vivir su luna de miel.

Sin duda al conocer su historia, me convencí de que en París el amor todo lo puede.

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