Km 36.796

Ingresé a Gales desde Fishguard, un pequeño puerto donde arriban los barcos provenientes de la República de Irlanda.

Gales es un país de una belleza natural espléndida, con paisajes diversos; montañas, ríos, bosques o kilómetros de costas impolutas. Según me explicaban las poblaciones costeras han atraído desde siempre a turistas británicos. Además de actividades al aire libre, Gales posee una cultura de fuertes raíces celtas. Los galeses hablan una lengua propia, que ha sobrevivido a pesar del uso extendido del inglés.

Gracias al buen tiempo, durante mi camino a Cardiff pude apreciar sus paisajes que se asemejaban a una maqueta, todo muy verde y bien tupido, extremadamente tranquilo y agradable. Me preguntaba, como en tierras como estas existió un pueblo con una mente tan colonizadora como la de los ingleses.

Llegué a Cardiff en la noche de mi segundo día de pedaleo y me alojé en uno de sus albergues que resultó ser uno de los más caros en Europa y también de los más desastrosos. Por ello al día siguiente recorrí un poco la ciudad y me fui.

Cardiff es una ciudad de menos de 300.000 hab., y fue confirmada como capital de Gales en 1955. Los primeros moradores fueron los romanos, que arribaron en el siglo I DC y que alzaron aquí un fuerte. Hoy aquel fuerte es el castillo de Cardiff, la principal atracción de la capital.

Sobre la tarde me animé a vender un par de horas, y no me fue mal, esta vez las personas que contribuyeron eran mujeres de Irán y de Chipre, a parte de algunos locales. De esta manera, conseguí un poco de dinero y volví a la ruta en dirección Londres.