Camino a Londres

Oxford

OxfordLlegue a Oxford desde Gales, tras un par de días de pedaleo y casi duermo en la calle, todavía recuerdo el frío que hacía. Oxford tiene sólo dos albergues y centenas de visitantes que llegan diariamente pero al final tuve suerte porque gracias a un intermediario, me pude hospedar.

La Universidad de Oxford fue fundada en 1167, por estudiantes ingleses expulsados de París. Hoy la conforman 36 colegios, de los cuales muchos se fundaron entre los siglos XIII y XVI. En mi estadía en la ciudad, visité el colegio Christ Church, el más grande de los colegios que data de 1525 y el que le ha dado a Gran Bretaña 16 primeros ministros en los últimos 200 años.

Lo que más me impactó fue el comedor, había largas mesas de madera, alineadas y delicadamente servidas, pero el orden y la prolijidad era tal, que más que un comedor se asimilaba a una capilla.Comedor de la Universidad

A la salida del colegio Christ Church, se me acercó un guardia inglés, bastante mayor y de origen africano que al verme con mi bicicleta sin explicación ninguna se me abalanzó con un palo, ordenándome salir inmediatamente y amenazándome. Nunca entendí lo sucedido, pero creo que fue por salir 10 minutos atrasado; y para colmo el paraguayo que salió delante de mí le contestó de mala manera y como habíamos entrado juntos el guardia se la agarró conmigo. Era un cabrón y quería pegarme. Estuve a punto de enfrentarme con él, era un maleducado y se merecía un escarmiento, pero fui más inteligente y me fui.

Londres – Km 37.096

Un día de pedaleo fue suficiente para llegar a Londres, porque desde Oxford sólo existen 100 km. Ingresando a la ciudad, tuve la sensación de estar en varios lugares al mismo tiempo, porque por kilómetros viven y trabajan turcos inmigrantes, paquistaníes, hindúes y africanos. Lo que menos parecía era que me encontraba en Europa; en las afueras de Londres casi no avisté gente blanca.

Mi amigo venezolanoUna vez en Ealing mi mayor alegría fue encontrarme con Daniel, el venezolano que me recibió en Nairobi pero que ahora vivía en Londres. Sin duda, uno de los amigos que me dejó el viaje.

Por ello mi estadía en Londres fue muy placentera, tras mucho tiempo de viaje me sentía como en mi propia casa, con mi propio cuarto, con un buen baño y con todas las facilidades para comprar lo que deseaba, y claro; cocinar como a mí me gustaba. Por unos días me transformé nuevamente en un burgués.

Londres es la ciudad más grande de Europa, con 7 millones de habitantes y fue fundada por los romanos en el siglo I d.C. como centro administrativo y puerto comercial. Posee una gran riqueza de edificios históricos, además de numerosos museos y galerías. Por ello visité el Museo Británico, que es el museo público más antiguo del mundo, fundado en 1753 para albergar las colecciones del médico y naturalista Hans Sloane. Pero a las piezas de éste se le han ido sumando donaciones y adquisiciones procedentes de todo el mundo. Hoy el museo cuenta con innumerables objetos que datan desde la prehistoria hasta la actualidad.

Big BenLos días que permanecí en Inglaterra me sirvieron para conocer un poco a los ingleses. No muy queridos por los irlandeses ni por los escoceses, tuve mis momentos que me daban ganas de mandarlos al demonio. Como aquel día, cuando perdido camino al centro me le acerqué a un chico de unos 25 años aprox, y le pregunté la entrada a un parque. Pedaleando con mi bicicleta lentamente tras él lo llamé reiteradas veces y ni siquiera se mosqueó. Llegué a pensar que era sordo, hasta que sorprendido por su descortesía me le acerqué, lo tomé del brazo y le dije: “¡te estoy llamando hombre!” “¿Me podes informar la entrada al parque?”. Y con una mirada de odio me la indicó y se fue.

Otro día en la capital mientras pedaleaba, desde un ómnibus, un grupo de adolescentes trató con un manotazo de quitarme las banderas que llevo en la bici. Lo mismo me pasó en el norte del país con un grupo de niñas. Conversando con un español que vivía allí hacia varios años me dijo que la mayoría de los adolescentes en Inglaterra son muy maleducados y muchas veces malintencionados.

Pero lo que más me sorprendió fue cuando en un periódico antiguo del 08/08/04 leí que a través de estudios se había detectado en el agua potable de Inglaterra alta cantidad de Prozac, que es una droga antidepresiva. La nota decía que los científicos llamaban a una investigación urgente.

Dejé Londres, sorprendido.

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