En el estrecho de Örensud, entre Dinamarca y Suecia existen 16 km, que hasta mayo del año 2.000 sólo se podían atravesar por agua. Desde entonces se comunican con una combinación de puentes y túneles haciendo de esta gran obra de ingeniería el puente colgante más robusto en su especie en el mundo, pues ha de soportar el peso combinado de una carretera y de un ferrocarril de doble vía. Pero como es prohibido pedalear a través del puente, llegué a Copenhague de ferry desde Mälmo.
La capital de Dinamarca fue fundada en el siglo XII como una fortaleza en la isla de Slotsholmen y creció rápidamente gracias al comercio en el mar Báltico. Hoy su población alcanza 1,4 millones de hab. Y es el principal foco turístico del país.
Una vez en tierra me dirigí a la cosmopolita zona comercial de Stroget, la calle peatonal más larga de Europa, donde pasé algunas horas vendiendo mis fotos. Luego en la noche acampé en un parque, en una zona tranquila; era una noche espléndida, aunque muy fría.
Cuando me levanté en la mañana tenía un dolor de espalda terrible, por primera vez en el viaje me sentí viejo, pese a que sabía que el culpable de todo era el frío. Fue allí que recordé las preguntas de mi padre; ¿hasta cuando vas a estar viajando? ¿Vas a parar algún día? Y sin encontrar respuesta, me las arreglé como pude, moviéndome un poco y haciéndome unos masajes.
En mi segundo día de ventas tuve más suerte, vendí más y conocí algunas personas que me convidaron a hospedarme en sus casas. Por una cuestión de conveniencia elegí la de quienes vivían mas cerca del centro, la casa de Pier y Hans, dos daneses muy educados y con muchos kilómetros de viajes.
Hans era sociólogo y con mucho entusiasmo me contó acerca de sus pueblos orígenes. Según Hans, los vikingos siempre se distinguieron por ser grandes diplomáticos y no por ser un pueblo guerrero. Ellos siempre fueron de mente abierta, mucho más que otras tribus en la época; viviendo sobre el mar fueron grandes navegadores y constructores de barcos; y su principal actividad era ejercer el comercio.
Desde el siglo IV a.C., negociaban los secretos para construir los más sofisticados barcos. La destreza de los vikingos en esta actividad era basada en una larga y sólida experiencia. Hoy estas tradiciones aún se mantienen activas; los astilleros daneses y sus barcos se cotizan en el mundo entero.
Cristiana, un pueblo de jipis – Km 35.410
En mi estadía en Copenhague también visité Cristiania, un pueblo situado a un par de kilómetros del centro que desde hace muchos años fue ocupado por jipis. Hasta hace sólo un año era normal caminar entre las calles del pueblo y seleccionar entre diferentes kioscos, las distintas calidades de hash o de marihuana.
Hoy aunque estos puestos de venta han desaparecido, el pueblo aún goza de una libertad distinta al resto del país, parecería que todos los habitantes de Cristiania y sus visitantes viven en una gran hermandad, una comunidad en la que todos fuman y donde cada uno controla sus límites.
Casualmente Cristiania estaba de aniversario, cumplía 33 años de existencia y lo conmemoraban con una gran fiesta. Había miles de personas, gente de todas las edades, inclusive gente mayor que con mucha naturalidad se encendía un porro como si fuese un tabaco.
Allí conocí a Marc, un inmigrante que había elegido Cristiania como su nueva casa y su nueva familia y quién defendía el consumo de la marihuana, considerándola como una droga menos dañina que el alcohol y cuyo efecto provoca un singular grado de relajación. “Creo que si más gente en el mundo fumase, existiría menos odio, menos envidia y quizás más respeto”, me decía.
También conocí unos chilenos, que me recibieron como unos verdaderos hermanos; ahora más que nunca me encanta cuando me encuentro con hermanos latinos.
Dejé Copenhague tras unos días, en los que trabajé y junté el dinero para pagarme un crucero hacia Oslo, si bien el verano ya había acabado, estaba muy cerca de la otra capital escandinava y como iba de barco, el clima que cada vez era más frío, no me asustaba.
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