Entre los alpes

Km 31.626, Una noche decepcionante

Feldkirch

Ingresé a Austria a través de Bregenz y luego bordeando el río Ring me dirigí a Feldkirch. Eran las 17 hs y me apuré; porque si llegaba esa misma noche tendría un lugar para dormir. Sería en la casa de los padres de una amiga, me iban a estar esperando, hasta me habían prometido recibirme con comida vegetariana, mi preferida.

Pero algo falló, ya casi de noche, tras pedalear 108 km, llegué a la casa, toque timbre y esperé. Nadie salió y entonces pensé que los dueños de casa pudieron haber salido por alguna emergencia y decidí esperar un rato. Pasados los 30 minutos, me resigné a mi comida vegetariana y me conformé con un kebab (sándwich árabe) que encontré camino al centro de la ciudad. Como a las 23 hs, decidí jugar mi última chance y regresé a la casa, pero las luces seguían apagadas, entonces ya decepcionado, me dirigí a un camping, armé mi carpa y me acosté.

Al día siguiente supe que fue un mal entendido entre mi amiga y sus padres, los dueños de casa no me esperaban para esa noche. No es la primera vez que me pasa: llegar a un lugar creyendo que alguien me recibirá y acabo en pampa y la vía. Pasa.

Camino a Innsbruck

En ruta

El oeste de Austria es la zona menos poblada del país, allí se extiende todavía la cordillera del los Alpes que alberga numerosos centros de esquí, una de las principales atracciones turísticas del país. Y atravesar esta zona de bicicleta no fue nada fácil.

En Francia las autopistas están marcadas con carteles azul y las rutas nacionales con verde, en Suiza es al revés y aquí en Austria es como en Francia. Lo cierto que entre tanto cartel me quedé mareado y más de una vez acaba entrando en las autopistas, pero enseguida me regresaba, si la policía me agarra en ella me cobra una multa en el momento, y según me dijeron no es barata.

Estos países no son como España, que tiene rutas nacionales para cualquier dirección, aquí estas obligado a entrar a la autopista, claro lo normal es moverse en cuatro ruedas y pagar peaje, por ello no hay indicaciones para los caminos que pasan entre los pueblos, que aunque existen son tan difíciles de encontrar como la salida de un gran laberinto. Y la gente no ayuda mucho, a menudo cuando trataba de acercarme a alguien me daban la media vuelta. Que difícil resultó viajar por estos países!!!

Entre Feldkirch (540 mts de altitud) e Innsbruck (560 mts) hay 166 km, pero para mi mapa eran 144, parece que no, pero de bicicleta y entre las montañas esos 20 km son como otros 40, interminables.

Los primeros 25 km fueron normales, un sube y baja sin grandes complicaciones, los 40 siguientes una pesadilla, interminables subidas sin respiro, con túneles incluidos y ruta en construcción, ya me lo habían advertido, no iba a ser fácil. Pero lo triste fue que cuando llegué al tope, a los 1800 mts y comencé la sublime bajada; a tan solo un par de minutos de deleitarme con el viento frío en la cara entre alucinantes paisajes con cumbres nevadas siento un ruido extraño en la bicicleta y me detengo. Y que macana!!! Se me había cortado un rayo de la rueda trasera, y no tenía repuesto.

Sin muchas opciones a elegir, solté el freno trasero y me resigné a bajar a poca velocidad hasta el primer pueblo que estaba a 5 km; con el freno delantero apretado, casi al mango, rezando para que no se me corte el cable.

Llegué a una casa de bicicletas a las 18.10, pero el negocio había cerrado a las 18 y una de las mujeres que se encontraba dentro me vio y me hizo una seña como diciendo: “lo siento, acabamos de cerrar, vení mañana”. Que mala onda!!!!

Me senté en la puerta del negocio, a ver si cambiaba de opinión; pero no aconteció. La mujer fue tan estricta como la directora de una escuela y como el día estaba bueno y aún quedaban varias horas para que se haga de noche, decidí seguir bajando y avanzando, aunque sea a poca velocidad.

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