Eslovenia

Km. 47.106

AtardecerEnseguida que dejé Trieste crucé la frontera e ingresé a Eslovenia, hacía frío y el cielo estaba nublado y el tiempo amenazaba lluvia. Por ello cuando llegué a Koper, busqué alojamiento. Pero quien me atendió en el albergue de la juventud, me dijo que estaba completo. Y no le creí porque la pequeña cuidad perecía una pueblo fantasma.

Entonces sobre la última hora del día, pedaleé con prisa para Izola, un pueblo con una población de 15 o 20 mil habitantes que recibe algo de turismo y sólo posee hoteles caros. Pero tras deambular un rato en vano me indicaron tres casas de familia, y en la tercera aceptaron para que pase una noche.

La familia estaba compuesta por un matrimonio mayor que vivía en el primer piso y su hija Victoria que vivía en el segundo. Mientras tanto a mi me instalaron en la planta baja. Victoria fue muy amable, esa misma noche me invitó a cenar y conversamos por un largo rato. En la mañana siguiente, la hija de Victoria me dijo que su madre, encantada con mi viaje, me invitaba a pasar mi estadía sin costo alguno, hasta que vuelva el buen tiempo.

Pero la señora mayor que no hablaba ni italiano ni inglés no simpatizó de la idea y al día siguiente con el clima todavía muy malo mientras Victoria trabajaba me ordenó abandonar la casa. Que demonio!!!

El puerto Entonces todavía con lluvia y con algo de frío aguardé un par de horas en una galería y me dirigí a Piran, un pueblo que recibe bastante turismo sobre la costa. Pero me costó hacer sus 15 km, porque ni bien dejé Izola comenzó a llover de nuevo y no pude refugiarme en ningún lado. Y entre el sube y baja de la montañas, y la lluvia llegué empapado.

Me demoré otras dos horas esperando que pare la lluvia, secándome un poco y pensando que hacer. Fue cuando se me acercaron cuatro chicos jóvenes, uno de ellos era de Serbia, y se pusieron a fumar marihuana como si nada al lado mío.

Finalmente me informé sobre una agencia de información turística. Y para mi fortuna quién trabajaba allí había viajado por Sudamérica. Y enseguida se comunicó con otra señora mayor que rentaba un cuarto, y por fin pude instalarme por dos días, hasta que paró la lluvia.

Ni bien llegué a la casa quedé encantado, la ultima vez que dormí en cama y al mismo tiempo tomé una ducha donde todo funcionó había sido en Florencia, y eso había sido 8 noches atrás.

Cuando paró de llover no lo dudé ni un instante, volví a la ruta, y crucé para Croacia.

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