Guatemala – Km 129.090
Tras cruzar Belice, Fran, Juan y yo ingresamos a Guatemala. Debido a diferentes problemas en sus bicicletas el avance por este país fue muy lento. Como ellos tenían apenas dinero para comer, desde un inicio focalizamos nuestro recorrido en función de cómo generar recursos para que puedan comprar lo mínimo e indispensable para sus bicicletas. No era una tarea fácil, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2011 más del 50 % de la población en Guatemala vive en la pobreza.
Latinoamérica es uno de los destinos preferidos en el mundo para quien elige tomarse un año sabático y hacer el gran viaje de su vida. Hay gente que viaja de mochila, a dedo, en bicicleta, moto, auto, camioneta y hasta en limusina. La ruta Argentina-Alaska o Argentina-México para quien no consigue la visa de los EE.UU., se ha vuelto de lo más popular entre los viajeros latinoamericanos. Sus ventajas, a parte del idioma y lo económico que resulta vivir y trasladarse por tierra en estos países, es que uno puede viajar y solventar los gastos vendiendo artesanías.
Pero sepan amigos, que esto, cada vez se está volviendo más difícil. Son cientos de viajeros los que se mueven en estas condiciones, y los buenos lugares para vender no son tantos. Cada vez más las autoridades ponen obstáculos, piden licencias y protegen a quien paga sus impuestos, por ello da la sensación que por estas latitudes el viajero artesano ya no es muy bien recibido.
Fran lleva macramé, que por más buen diseño que tengan sus artesanías como él dice, a mi parecer no se diferencian del montón. En cambio Juan si lleva algo diferente, trabajos en plata: anillos, dijes, aretes y hasta pulseras con piedras semipreciosas y preciosas. Pero su mercadería no siempre encaja con el público de los lugares que atravesamos.
Llegando a Flores contactamos a Matías, un buen amigo de un amigo de un amigo. Matías, de padres holandeses, ha vivido en varios países, pero en realidad es un viajero nato, una de esas personas que recorrieron medio mundo y que por sobre todas las cosas tiene visión y coraje para hacer negocios en cualquier lado. El tipo lleva 10 años en el lugar, y tiene prácticamente un monopolio para el turismo alternativo que visita Flores, sin duda el mejor lugar: “el hostal los amigos”. Casi sin conocernos nos hizo un muy buen precio para quedarnos, pero a los dos días al conocer bien nuestra historia y haber visto el documental de mi viaje nos permitió quedarnos gratis el tiempo que necesitáramos.
Durante los primeros días salimos los tres a vender, Flores es uno de esos lugares donde la policía y el municipio no molestan. Compartimos la calle y los pocos turistas que paseaban por el malecón con otros artesanos. Fran y Juan vendieron muy poco, como los demás; yo, debido a mi documental y el banner que atrae gente, algo más. Al quinto día Fran entendió que mejor que sus artesanías era vender su historia y por ello se hizo un banner, “un viaje de 6 años por el mundo en bicicleta es un proyecto loable y la gente apoya”, le decía yo una y otra vez. Desde entonces Fran comenzó a generar más dinero, un poco con las artesanías y otro poco con el apoyo de la gente que se le acercaba para conocer su historia. Y al fin, en la ciudad de Guatemala tras otro fin de semana de estar en la calle, Fran pudo comprar el equipo de transmisión completo y una cubierta.
El caso de Juan fue un poco más complejo, pero afortunadamente para él, yo recibí la visita de Norma, esa mujer que en México se ha apropiado de un pedazo de mi corazón, llamémosla novia, pareja, mi chica, no lo sé; con el tipo de vida que llevo no existe el calificativo justo. En fin, tras haber pasado unos días fantásticos con ella, Norma se llevó a México parte de los trabajos de Juan. A las dos semanas de su partida este ex empleado público, que arrastra su bicicleta a paso de tortuga en cada una de esas terribles subidas que posee Guatemala, supo de la venta de varios de sus trabajos y al fin pudo relajarse y proyectar un poco más su viaje.
En nuestro camino a la ciudad de Guatemala pedaleamos subidas con inclinaciones hasta del 17 o 18 %. El trayecto entre Chisec y Cobán fue una verdadera pesadilla. Fran o el pájaro Caniggia como le dice Juan, llevaba su bicicleta mucho mas liviana y solía ir adelante. Juan y yo empujábamos nuestras bicicletas a paso de mula.
Con la última luz pedíamos permiso a la gente de alguna finca y con un poco de suerte acampábamos al tope de una montaña con vista al atardecer. Era el momento más feliz del día, porque lo habíamos hecho, habíamos subido aquella última montaña o concluido los 80, 100 o 125 km y ahora podíamos descansar, estirar las piernas, y bañarnos.
Luego seguía el ritual de cocinar, que era la especialidad de Fran. Y mientras el rasta revolvía la pasta Juan relataba el dolor de sus piernas.
Eran días largos, calurosos, pesados, y no llovía. Terminábamos exhaustos. Juan repetía una y otra vez: “hay que estar loco para hacer esto”, Fran se reía y yo por momentos concordaba con Juan o me reía con Fran
En la capital del país nos recibió Julio Chacón que sigue mi viaje por Internet desde hace más de 10 años. A pesar de su pequeña y humilde casa el tipo nos recibió a los tres como si fuésemos amigos de una vida. Historiador de profesión, Julio actualmente trabaja en programas de alfabetización, aunque sueña con atravesar algún día el continente americano en bicicleta. Tras 5 días de convivencia a Julio le quedó bien claro, que si gente como nosotros, con muy pocos recursos lo estamos haciendo, porque otras personas no podrían?
El secreto es tener fe, y dejar que la providencia provea. Porque siempre que uno transita con respeto y humildad, las cosas y hasta las personas fluyen de manera mágica
Quiero agradecer a la gente del hostal Onvisa, en Antigua Guatemala, que queriendo apoyar a nuestro proyecto nos brindó una habitación sin cargo por una semana.