Km 36.068

Desembarqué en Belfast, la capital de Irlanda del Norte pasadas las 22 hs. Era domingo hacía mucho frío y lloviznaba; las calles estaban vacías y parecía que había llegado a una ciudad fantasma.

Me costó encontrar gente a quien preguntarle sobre algún albergue, pero más me costó acertar a las indicaciones de los que me guiaron; creo que ni ellos sabían bien donde me habían mandado.

Mi estadía en Belfast fue muy breve, la gente en la calle no me pareció nada amigable, y eso se reflejó en mis ventas. Belfast es una ciudad industrial, con una población de más de 300.000 habitantes y con muy poco turismo. Fue en esta ciudad donde se construyó el Titanic; inclusive existe un monumento en conmemoración a los que murieron en el hundimiento del barco en 1912.

Pero lo que me resultó más interesante fue cuando en República de Irlanda pude conocer un poco la historia de la isla y su realidad.

Fue en 1921 cuando Irlanda se dividió en dos. El sur pasó a ser el estado libre de Irlanda, que lograría su total independencia en 1937. En cambio la minoría católica de Irlanda del Norte sufrió bajo el Gobierno protestante y a finales de la década de 1960 estallaron las protestas a favor de los derechos civiles. La situación pronto quedó fuera de control y los atentados reemplazaron el diálogo.

Coloumba un irlandés a quien le encantaba relatarme la historia de su país me contó que la minoría católica de Irlanda del Norte hace unos pocos años declaró el alto a la lucha armada y que la mayoría protestante también cesó los ataques con bombas, pero que todavía existen quienes realizan ataques con armas. También me contó que el dinero para comprar las armas proviene del contrabando de marihuana y que llega a través de conteineres mezclada con otras mercaderías desde Holanda

Los relatos de Coloumba ya no me sorprendían, pero dejé Belfast pensativo; como en muchos otros lados de mi viaje observo como la lucha por el poder y el enfrentamiento entre religiones también ocupa a otras etnias.