En Uganda conseguí sponsors, visité un campo de refugiados y en el oeste del país conocí una familia de pigmeos que escaparon de los conflictos del Congo, su país natal.
Km 23.450
Para llegar a Uganda tuve que cruzar hacia el otro lado del mundo. Viniendo desde Kenia, atravesé el paralelo 0 y luego de dos días más de viaje entré en mi octavo país africano.
Uganda está ubicada a lo largo del Ecuador. Su clima es templado y uniforme debido a su altura moderada (800 metros). Sólo en los extremos este (frontera con Kenia) y oeste (frontera con el Congo) existen cordones montañosos que superan los 4.000 y 5.000 metros de altitud.
De esta manera su rico suelo constituye el recurso natural mas importante del país, proporcionando la base para la economía agrícola, aunque a un precio demasiado elevado: cada año se destruye el 2 % de las tierras boscosas con el fin de disponer más hectáreas para cultivos. Según las estadísticas, el 90 % de la población activa depende de la agricultura como forma de subsistencia.
Rumbo a Kampala, su capital
Desde la frontera hasta la capital hay poco más de 200 kilómetros y la ruta está en buen estado, por lo que dos días me resultaron suficientes para completar el trayecto. A mitad de camino descansé en Jinja, la segunda ciudad del país, que posee una importante actividad pesquera debido a su ubicación sobre el lago Victoria, el más grande de África, cuyas aguas también bañan las tierras vecinas de Kenia y Tanzania.
En la mañana siguiente dejé Jinja y a unos pocos kilómetros crucé el puente sobre el majestuoso río Nilo que nace en este mismo lago -en la parte de Uganda- y se extiende por más de 5.000 kilómetros a través de Sudán y Egipto.
Al entrar a la capital tuve un poco de miedo. A pesar de que trato de ingresar a las ciudades durante el día no siempre lo consigo, a veces el viento en contra, las montañas o un simple problema en la bicicleta me demoran más de lo calculado y termino llegando de noche.
Lo difícil fue encontrar un lugar para hospedarme, principalmente con las características que considero esenciales: no muy sucio, seguro y que no supere los 5 u$s. Armar este rompecabezas en plena noche y sin referencia previa no fue fácil, pero por suerte al cabo de una hora y con ayuda de un boda boda (bici-taxi) pude instalarme en una pensión vecina a la terminal de autobuses.
Al día siguiente salí a caminar por las calles del centro y me llamó la atención el desorden que existe a pesar de que la ciudad no es tan grande (1 millón de habitantes). Las veredas están rotas y sucias, con grandes agujeros o pilas de escombros. La gente camina por la calle y no se respetan las señales de tránsito ni el sentido de las avenidas de doble mano. ¡Esto es un verdadero caos!
Mis sponsors de Uganda
Antes de dejar Nairobi, capital de Kenia, presenté mi proyecto a la delegación del este de África de Colgate Palmolive. Apenas arribé a Kampala me contacté con sus oficinas para diagramar juntos la mejor manera de seguir adelante.
Así fue que el Sr. Stuart Mwesigwa, Gerente General de la División Uganda, preparó una conferencia de prensa en uno de los hoteles más importantes de la ciudad. Asistieron diferentes medios de comunicación, TV, periódicos y radios. Yo estaba un poco nervioso, nunca había formado parte de un evento de este tipo, ni siquiera como espectador, pero como me dijo el Sr. Stuart: “tranquilo Pablo, solo cuéntales lo que estás haciendo”.
Nuevamente a la ruta
Luego de algunos días en Kampala me dirigí al oeste del país, a unos pocos kilómetros de la frontera con el Congo. Fueron cuatro jornadas de intenso pedaleo hasta llegar a Bundibuyo, un pequeño pueblo donde me alojé otros tres días más.
Sabiendo que el noroeste del país es una zona de grandes conflictos presté mucha atención hacia donde me dirigía. Allí existen la L.R.A. (Lord’s Resistence Army) y la A.D.F. (Allied Democratic Front), dos grupos guerrilleros que enfrentan al actual gobierno del presidente Museveni, quien ejerce su cargo en forma ininterrumpida desde 1986.
Uganda, como muchos otros países africanos, consiguió su independencia (en 1962) mediante una lucha desenfrenada por el poder, dando origen a un sinnúmero de actos de violencia por parte de la oposición al nuevo gobierno.
Hoy, estos grupos guerrilleros son abastecidos con armas y financiados por el gobierno de Sudán (musulmán), que posee grandes intereses en remover al gobierno de Uganda. De igual manera el gobierno de Uganda (cristiano) financia grupos rebeldes en el sur de Sudán, con el fin de alcanzar los mismos intereses políticos que su país vecino.
A medida que conversaba con la gente del lugar, me sorprendía cada vez más por la realidad vivida en este escondrijo del planeta. Nunca vi tan cerca hasta dónde puede llegar la violencia, cuando tiene como objetivo la disputa por el poder sin importarle el precio a pagar.
En un campo de refugiados y con una familia de pigmeos – Km 24.035
Visité dos campos de refugiados, cerca de Bundibuyo, creados para agrupar a las familias que vivían dispersas en las montañas, con lo cual se evitó que los rebeldes continuaran atacándolas brutalmente, violando mujeres, buscando comida o nuevos soldados.
En mi último día me dirigí a la reserva nacional de Semliki. Allí habita una familia de pigmeos que escaparon de los conflictos del Congo, su país natal. Me contaron, mediante un traductor, que meses atrás un grupo de guerrilleros de ese país había atacado una aldea de pigmeos: los mataron y los cortaron en pedazos, para luego cocinarlos y comérselos. El hecho fue conocido porque uno de los integrantes de la aldea había ido a recoger leña y cuando volvió presenció toda la masacre, inclusive la de su sobrino.
Pasé todo el día junto a esta familia de pigmeos, escuchando muchas historias que me sorprendieron. A su vez, ellos parecían sorprenderse aún más cuando les contaba de dónde venía con mi bicicleta. Era gente amigable y hospitalaria, que se la pasaba fumando marihuana, un cigarro atrás de otro.
Me invitaron a entrar en sus casas, unas pequeñas chozas hechas con hojas de palmera. Y comimos juntos unas bananas a la cacerola, con unos pescaditos que habían sacado del río esa misma mañana.
Una fuerte lluvia tropical hizo que me quedara un rato más dentro de la casa, y sentado sobre una piedra reflexioné unos minutos sobre el lugar en el que me encontraba. Siempre quise conocer a esta gente, y ahí estaba: en el medio de África, con mi bicicleta, y con los pigmeos.