Historia de Eritrea

La lucha por la libertad Eritreana duró treinta años y fue conocida como la más pujante en el cuerno de África. En 1991, las tropas del frente popular de Liberación Tigriña, que habían sido armadas y entrenadas por el EPLF capturaron del puerto de Massawa. Gracias a dicha ocupación, los eritreanos consiguieron expulsar el ejercito etiopiano de todo el territorio de Eritrea.

Sobre el final del siglo XIX, tras interminables batallas por los avances de Italia sobre el reino del Emperador Etiopiano Menelik II, ambas fuerzas decidieron pactar nuevos límites internacionales, por lo que Etiopía permanecía independiente y Eritrea, por primera vez en la historia, formaba un territorio separado: una colonia italiana.

Pero en el año 1936, la Italia de Mussolini decidió extender su influencia por toda Etiopía. Hasta 1941, cuando las fuerzas aliadas vencieron al ejército italiano y la que fue su colonia, Eritrea, pasó a ser administrada por los británicos, quienes se encargaron de desmantelar y remover los avances que los viejos colonizadores habían dejado. De esta manera, el país que fue uno de los más desarrollados entre las colonias europeas de África, tropezó en su economía y el desempleo comenzaba a preocupar a su gente.

Tras diez años de administración británica, Eritrea pasó a ser un gobierno libre dentro de Etiopía, de acuerdo con lo establecido en una resolución de la ONU.
Pero en 1962, el emperador Haile Selassie decidió el fin de la federación y fusionó Eritrea como provincia de Etiopía, provocando la disconformidad de su gente y el inicio de una larga guerra.

La lucha por la libertad Eritreana duró treinta años y fue conocida como la más pujante en el cuerno de África. En 1991, las tropas del frente popular de Liberación Tigriña, que habían sido armadas y entrenadas por el EPLF (Fuerzas de Liberación del Pueblo de Eritrea), capturaron del puerto de Massawa. Gracias a dicha ocupación, los eritreanos consiguieron expulsar el ejercito etiopiano de todo el territorio de Eritrea.

Finalmente, en mayo de 1993, tras un referéndum supervisado por la ONU, Eritrea alcanza su independencia.

Luego, las relaciones entre ambos países fueron notables por varios años: la moneda era común, la línea fronteriza no estaba limitada y Etiopía podía acceder al puerto de Assab y conseguir así una excelente salida al mar.

Pero en 1997, Eritrea restringe estos derechos de acceso, crea su propia moneda y al año siguiente invade las ciudades fronterizas de Badme y Zalambesa, provocando que la frontera común de mil kilómetros se convierta en el escenario de otra guerra.

Esta vez se enfrentaron durante dos años y el resultado fue devastador: 70.000 muertos, más de 800.000 desplazados y dos de las economías más pobres del mundo resultaron destruidas.

En el año 2.000, ambas naciones firmaron acuerdos que iniciaron un débil proceso de paz. La línea fronteriza se estableció en la ciudad de Zalambesa y hoy es vigilada por 4.200 cascos azules de la Misión de Naciones Unidas destinados a Eritrea y Etiopia.

Hoy, esta demarcación no es del agrado de ninguno de los dos contendientes, y la disputa, aunque ahora diplomáticamente, continua.

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