Norte de Sudán

Después de lo que sufrí al cruzar el desierto de Danakil en Etiopía y Djibouti, me prometí que nunca más iba a pedalear un desierto en el norte de África. Por ello cuando llegué al norte de Sudan y supe del desierto de Nubia, no lo dudé ni un minuto.

Norte de Sudán, tierra de Nubios

Nubia es el nombre que se ha dado a la zona del Nilo medio, que se extiende desde la primera catarata, en Aswan al sur de Egipto, hasta la unión del Nilo blanco y el azul, en Khartoum.

En la antigüedad, fue una entidad política independiente y unificada, y era llamado “El reino de Kush”. Este territorio era el camino de las caravanas que unían el África negra con el Egipto faraónico, una especie de corredor desde el que se controlaba el comercio de oro, marfil, pieles de leopardo, ébano y esclavos.

Durante el Imperio Nuevo Egipcio, la región se vio sometida a su control. Se levantaron templos para proclamar la nueva soberanía y se nombró a un gobernador, el virrey de Kush, convirtiendo a Nubia en una provincia Egipcia.

En la segunda mitad del siglo VIII a.C., los reyes de Kush invadieron Egipto y conquistaron todo el Valle del Nilo hasta el Mediterráneo, gobernándolo y marcando el origen de la XXV dinastía.

Tras seis gobiernos de la dinastía Kushita, los nubios fueron derrotados por los asirios (XXVI dinastía) y retrocedieron hasta la segunda catarata, llevando consigo aspectos de la cultura egipcia, provocando reciprocidad e influencia mutua.

El desierto de Nubia

Para atravesar el norte de Sudán tuve que tomar un tren: el desierto de Nubia se extiende por más de 600 km y pedalearlo hubiese sido imposible.El tren partió desde Khartoum y era largísimo. Tenía la primera mitad para llevar pasajeros y la otra era para carga.

El viaje duró 36 horas y tuvo sus momentos simpáticos, aunque a la hora de dormir no fue nada fácil. Había gente por todos lados, en las cabinas se sentaban tantos como podían, nadie respetaba su capacidad y en los pasillos, quien se dejaba pisotear un poco se acostaba para dormir, al menos hasta la siguiente parada.

A media noche me sucedió algo cómico, encontré a un canadiense deambulando, buscando un lugar para sentarse; él también viajaba en bicicleta por el mundo, había iniciado su viaje al mismo tiempo que yo y ya me aventajaba el continente americano, desde Canadá hasta Ushuaia. Rob, de unos 40 años, era profesor de Matemática, Física y Química, y tras salir elegido como profesor del año en un programa de televisión de su país se lanzó a cumplir su sueño.

El viaje concluyó en Wadi Halfa, frontera con Egipto, un poblado con pequeñas ruinas y sobre el río Nilo que para mi recuerdo también quedará grabado la cantidad de sellados que se necesitan para abandonar el país.

Al final, un poco más loco pero logré salir de Sudán. ¡Esto fue sudar Sudan!

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