Mi estado físico, tras mis salidas nocturnas por Ibiza, no era el mismo, debía purificarme, y como si fuera poco el camino a Barcelona fue bastante difícil: la pedaleada hasta allí fue con mucho viento en contra.
La primera noche fue la más dura. Mientras dormía en mi carpa en una gasolinera, comenzó una fuerte tormenta que me obligó, a la 01.00 AM, a desmontar la carpa y cobijarme bajo un techo. Un par de horas después por pereza a armar la carpa de nuevo me tiré debajo de un camión con mi bolsa de dormir, pero enseguida apareció la policía y me pidió mis documentos y comenzó a preguntarme por que estaba allí.
Estuvimos un rato debatiendo por qué viajaba de esa manera, según el oficial, pasándola mal. Traté de explicarle que a veces el viaje es más duro que otras, pero creo que no me entendió. El tipo me miró seriamente, como diciéndome: “Vos estás mal chaval”, y me aconsejó cobijarme en unos vestuarios de un campo de deporte que estaba por detrás de la gasolinera. Fue una noche larga, y mal dormida, pero al día siguiente el sol brilló de nuevo.
Sobre el mediodía pasé por Castellón y compré un par de cosas para la bici, almorcé y seguí viaje con la idea de acampar en algún lado de la ruta. Pero como estaba mal dormido, paré en algunos campings queriendo hospedarme; y vaya qué respuesta encontré: “Estamos llenos”; “No tenemos agua”, o “Estamos en reforma y solo albergamos a nuestros moradores”
Si no hubiese estado desinteresado, habría pensado que no me querían allí. Por lo general, los campings en la costa dorada de España albergan casas rodantes con gente del norte de Europa, todos rubios y aseados, por ende, un latino de bicicleta, un poco sucio y transpirado, no coincidía con el prototipo de estos viajeros. De todas maneras no me interesaba; el precio nunca bajaba de los 13 euros, y por un pedazo de tierra para armar la carpa y un baño, me parecía caro.
Terminé durmiendo con los camioneros polacos en otra gasolinera, quienes viajaban para cargar sus camiones al sur de España, y, a pesar de que nos costaba entendernos, me resultaron más simpáticos que los propietarios de los camping de la costa dorada de España.
Barcelona – Km 30.085
Llegué a Barcelona desde el sur, visité Sitges y bordeando el mar pedaleé los últimos kilómetros en una zona de acantilados donde existen varias caletas nudistas.
Sobre la tarde me hospedé en un hostal, cuyo dueño había viajado en bicicleta por Argentina, por ello nos entendimos enseguida y me sentí como en casa. Allí conocí a Pepe, ahora un amigo.
Barcelona es una ciudad cosmopolita, hay gente de todos lados; de vacaciones, por trabajo o queriendo radicarse simplemente porque se trata de Barcelona; como Lucas un pibe argentino recién llegado con un montón de sueños y con mucha energía; o como aquel otro flaco que se las estaba ingeniando para conseguir sus papeles a través de un casamiento no del todo claro.
La rambla es la avenida más famosa de Barcelona y da gusto caminarla. Animada de día y de noche, para mí fue como un museo de personajes que, con su originalidad, cobran tributo a los turistas o simplemente a los curiosos.
Allí conocí a quien interpreta a Julio César, otro argentino que con mucho carisma sabía como atrapar a la gente; a Chucky el muñeco maldito, un cordobés que hacía sonreír a todo aquel que se detenía para observarlo y también a un argelino que vestido de flores posaba para que los turistas le sacasen fotos. También estaban los que actuaban de King Kong blanco, de King Kong negro y hasta del Che Guevara.
Todos eran estatuas vivientes, buscas, personajes de la rambla; y con mi bicicleta me sumé a ellos para vender mis fotos y mis muñequitas. De esta manera recaudé el dinero para seguir viaje, al menos por unas semanas más.
Y fue divertido, porque conocí personas que se trasformaron en direcciones de los lugares a visitar. También conocí gente con la que conversar fue más grato que la mejor de las ventas. Barcelona quedará en mis mejores recuerdos del viaje.
Agradecimientos a:
Barcelona Mar Youth Hostel
C/ Sant Pau 80 – 93 324 85 30[:en]
1 Comentario
Jose Maria Gonzalez
Soy Pepe de la recepción del Barcelona Mar. Espero que sigas disfrutando de este viaje que es la vida. No pares nunca y recuerda que pedaleas por muchos otros que nos gustaría estar en tus zapatillas.