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El sur de la Jordania, por Clara V.
Estamos de nuevo en ruta, pero como siempre en cuestión de horas pasamos de ricos a pobres, porque ahora era el patrocinio del hotel 5 estrellas en el mar muerto que había quedado atrás. Pero al menos el viaje sigue por una tierra de grandes contrastes, a través del valle fértil del río Jordano y bordeando el mar muerto. Pero llega la noche y debemos buscar un lugar para montar la tienda.
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Esta vez el que nos recibe es un paquistaní viudo y con 11 hijas, que nos ofrece una de sus tiendas. Cenamos con ellos; tomates sin lavarlos, que ellos mismos cultivan, yogurt, aceitunas y pan, luego nos ofrecen el té y unos caramelos. Y no faltan los repetidos intentos para poder entendernos, pero como cansan a veces; y cuanta energía se pierde entre la fatiga de la bicicleta y la precariedad de la noche. Por suerte nos acostamos temprano pero tuvimos que inventar una cobertura para la puerta, porque no nos habíamos dado cuenta de que faltaba.
A las 6 de la mañana comenzaron insistentemente a llamarnos para tomar el té. No lo podíamos creer pero continuamos durmiendo, pero al no levantarnos el dueño de casa enciende el motor de su viejo camión justo enfrente de nuestra puerta, provocando un ruido espantoso y que una nube de humo entre en nuestra tienda. Y luego Pablo me pregunta por que estoy de mal humor. Cuantas moscas!!!! Me hubiese escapado lo mas rápido posible, pero como hacerlo con la bicicleta?
Y al rato nos fuimos, pedaleamos despacio, compramos unas cosas en un pequeño negocio e hicimos nuestro desayuno; luego iniciamos la gran subida para arribar a la fortaleza de Karak, a 1000 mts de altura. Y todo por un estrecho e interminable corredor. Allí nos quedamos por un par de noches, una tempestad de lluvia y viento castigaba la ciudad, cubriéndola completamente de niebla. Y pensar que dos días atrás estábamos nadando en el mar.
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Así continuamos viaje por la vieja ruta del Rey, según nos explicaban la más antigua del mundo. Con frío, nieve y con las insólitas familias que nos recibían y que nos despertaban temprano para tomar el té; y como eran molestos algunos.
Petra
Y llegamos a Petra, la ciudad escavada en la roca. Mucho del fascino de Petra deriva de su colocación espectacular en la profundidad de un hoyo en el desierto. Se camina en un cañón o siq, causado por un terremoto prehistórico, entre paredes rocosas que se elevan hasta los 80 mts de altura. El monumento más famoso de Petra es Al Khazneh, la tesorería que aparece de una manera impresionante al término del siq, utilizado para la secuencia final del film Indiana Jones e la Última Cruzada. Quizás el film que de pequeña estimuló mi interés por la arqueología. Todo me resultaba fascinante.
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Petra es el legado de los Nabateos, un pueblo árabe que se estableció en la Jordania hace más de 2000 años, cuyo reino duró por diversos siglos; así Petra se convierte en una ciudad admirada, por su cultura refinada, por su imponente arquitectura y por sus ingeniosos sistemas de diques y canales. El declino de los Nabateos llega con el arribo de los Romanos, que anexan Petra a su imperio.
Muchos senderos revelan centenas de tumbas escavadas en la roca, fachadas de templos, y salas funerarias; a parte de los grandes monumentos como el teatro, el palacio de las tumbas, un monasterio, un pequeño santuario y más.
El desierto de Wadi Rum
La otra grande sorpresa. Camino a la reserva de Wadi Rum tomamos un camino secundario y enseguida a nuestros ojos se abre un escenario nuevo; grandes montañas, llanuras de arena, impresionantes dunas y un cielo azul como nunca.
Cuando llegamos al pueblo estábamos sedientos y por ello entramos a un mercado. Su dueño era un sudanés que enseguida comienza a conversar. Yo me sorprendo de Pablo que nunca se detiene frente a la gente, que siempre está dispuesto a comunicarse, lo miro y lo admiro. Como hace? me repetía, nunca se cansa? Pero también de aquella charla viene una cosa buena; el sudanés nos cuenta que en el pueblo vive una argentina y a quién enseguida conocemos.
María es una chica de 28 años, que se encuentra en el desierto desde hace un año y quién está relacionada sentimentalmente con Awad, un beduino. Apenas nos ve nos abraza, como quién no ve amigos desde hace mucho tiempo; se conmueve cuando Pablo le habla con acento argentino, ella está feliz y nosotros también. María vive en una tienda de estilo beduino, pero más confortable debido a que tiene una heladera, un televisor y un arbolito de navidad. Pero también utiliza fuego a leña que le sirve para calentarse y cocinar.
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Cuanto coraje y cuanta locura en el corazón de María, seguramente había cambiado las reglas en el pueblo, se la veía como un comandante entre tantos hombres que la respetaban, pero como olvidarse que son beduinos…
La historia entre ellos termina cuando ella parte con destino a Israel el mismo día que Pablo y yo partimos, pero más temprano; dejando a Awad y escapando de aquella vida.
“Hoy solo algunos beduinos siguen la vía de sus antepasados” nos decía Awad. “La mayoría se ha establecido en ciudades y pueblos y pertenecen a todas las clases sociales, pero todavía las tradicionales tiendas negras y los camellos no han desaparecido del panorama desértico.
Para muchos viajeros compartir una comida o un café con los habitantes de Wadi Rum, hacer un paseo a camello o pasar una noche bajo las estrellas en una tienda beduina es una de las experiencias más memorables; pero yo nunca hubiese pensado que el desierto lo viviría de otra forma. El único modo para vivir un desierto es perderse completamente en él; y fue así junto a María y Awad que por más de una semana dormimos en diferentes grutas, que cada vez resultaban siempre mas bellas. Hemos dormido en noches serenas y en otras donde la furia del viento, la lluvia y el frío se manifestaban. Hemos caminado con Pablo y descubierto lugares nuevos y su belleza; también nos perdimos; pero siempre nos sentíamos excitados de aquel paisaje.
El desierto me había hecho olvidar quien era, el mal que le había hecho a mi madre por haber partido. Era solo la pura contemplación por aquel divino planeta.
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The south of Jordan, by Clara V.
We are again on the road, but like many times in few hours everything changes and sometimes it is too hard. This time the three days in the 5 stars hotel in the Dead Sea had ended, and it wasn’t easy to restart to cycle. But at least the trip goes on through a land of big contrasts, crossing the fertile valley of the Jordanian river and skirting the Dead Sea. But the night comes and we have to look for a place to camp.
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This time is a Pakistani who receives us, a widower man and father of 11 daughters who offers us one of his tents to sleep. We have dinner together; some tomatoes, yogurt, olives and bread and then some tea. We try to understand each other, but it is very difficult we are tired, also because of the fatigue of cycling and the precariousness of the night. Luckily we go to sleep early but we have to improvise a covering for the door, because there isn’t one.
At 6 in the morning they began insistently to call us to drink tea. We could not believe it and we continued sleeping, but when the owner of the house saw that we didn’t get up he switched on the motor of his old truck in front of our door, causing an awful noise and that a cloud of smoke enters in our tent. And then Pablo asks me why I am in bad mood. And how many flies!!!! I would like to escape as fast as possible, but how can I do it by bicycle?
Then we left, we cycled slowly and we bought some things in a small shop for our breakfast; then we began the interminable ascent to arrive to the Karak’s castle, situated to 1000 mts of height, through an endless and narrow corridor. There we stayed for a couple of nights because of a strong rain and wind tempest. Also there was too much fog that covered completely the city.
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We continued cycling through the King’s old road, the oldest road in the world, with some place covered by the snow and with too much cold weather. And with the unusual families that received us and who woke up us early to drink tea; some of them were really annoying.
Petra
And finally we arrive to Petra, the city built in the rock. Many of fascinate of Petra derives of its spectacular placement in the depth of a hole in the desert. One walks in a canyon or siq, caused by a prehistoric earthquake, between rocky walls that rise until the 80 mts of height. The most famous monument in Petra is the Khazneh, the treasury that appears in an impressive way at the end of the siq, utilized for the final sequence of the film Indiana Jones and the last Crossed. Maybe that film stimulated my interest for the archaeology when I was child. Everything was fascinating.
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Petra is the legacy of the Nabateans, an Arab tribe that settled down more than 2000 years ago in Jordan which Kingdom lasted for diverse centuries; by this way Petra becomes an admired city, for its refined culture, for its imposing architecture and for its ingenious systems of dikes and channels. The decline of the Nabateans arrives with the arrival of the Romans when Petra was annexed to their empire.
Many paths reveal hundreds of tombs built in the rock, facades of temples, and funeral rooms; There are also the big monuments like the theatre, the palace of the tombs, a monastery and a small sanctuary.
The desert of Wadi Rum
It was the other big surprise. Way to the reserve of Wadi Rum we took a secondary road and at once a new scenario opened up; big mountains, plains of sand, impressive dunes and a blue sky as never we saw.
When we arrived to the village we were thirsty so we entered to a market. Its owner was from Sudan and at once he began to chat with Pablo. I surprised myself because of Pablo is willing to speak with everybody, he never stops. I look at him and I admire him. “But how can he do?” I asked myself. “Does he never get tired?”. But also of that chat a good thing happen; the Sudanese guy told us that an Argentinean girl lives in the town, so we meet her at once.
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Maria is a 28 years-old girl who is in the desert since one year because of her relationship with Awad, a Bedouin guy. Immediately that she meets us she hugs us, as who doesn’t see friends since long time; she moves when Pablo speaks to her with Argentinean accent, she is happy and also us. Maria lives in a Bedouin tent, but more comfortable style because it has a refrigerator, a television and a Christmas tree. But she also uses firewood to do fire, which let her to warm and to cook.
What a lot courage and madness in Maria’s heart, she had surely changed the rules in the village, she seemed a commandant among so many men who respected her, but how to forget that they are Bedouins…
The last day when Pablo and I left the village Maria also left to Israel, but earlier than us, leaving Awad and escaping from that life.
“Today only some Bedouins follow the way of life of their ancestors”. Awad told us. “Most of them have settled down in cities and towns and they belong to all the social classes, but the traditional black tents and the camels have not still disappeared of the desert’s panorama”.
For many travellers to share a meal or a coffee with the inhabitants of Wadi Rum, to do a walk by camel or to spend one night under the stars in a Bedouin tent are one of the most memorable experiences; but I have never thought that I would enjoy the desert in another way. The best way to enjoy a desert is to get lost completely in it; and it was by this way, together to Maria and Awad that we stayed there for more than one week. We slept in different grottos which every time were more beautiful. We have slept in serene nights and in others where the fury of the wind, the rain and the cold weather were present. We have walked with Pablo and discovered new places and their beauty; we also got lost; but we always felt excited of that landscape.
During those days I forgot who I was and the damage that I had caused to my mother after I left. There, in the desert everything was pure contemplation for that divine planet.
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