En Napoli
Tras un par de semanas en San Felice a Cancello retorné a Nápoli y me encontré con Clara, o mi princesa como me gustaba llamarla, quién tras graduarse en Arqueología iniciaba su carrera de post grado en Salerno, a 70 km de Nápoli. Por ello durante unos días nos instalamos en un bed and breakfast pero luego en el hotel mas económico de la ciudad. Me resultaba gracioso ver como ella miraba las sábanas de la cama o escucharla cuando me decía que conmigo podía adaptarse a todo. De esta manera bastaron pocos días para enamorarnos, impulsivamente, pese a que nuestras vidas eran tan diferentes. Y que lindo fue.
La primera vez que conocí a Clara fue en Palermo, Sicilia antes de viajar a Túnez en noviembre de 2005, pero aquella vez estuvimos pocos días juntos porque enseguida partí para viajar con mi hermano por un par de meses que venía desde España. Desde Túnez pensaba seguir por el norte de África, pero la burocracia Libia me obligó a retroceder otra vez hacia Italia, y así, quizás vivir con Clara lo que nos había quedado pendiente. Reencontrarme con ella fue lo más lindo que me sucedió en todo mi viaje.
Libriana igual que yo, rebelde y con aire de gitana, Clara me decía que no se identificaba con lo que estaba haciendo, y por ello me pedía que me la lleve; que dulce era. Así dejamos crecer nuestra ilusión, de la manera más loca pero también de la más linda. Quizás como dos inconscientes, ella por soñar con una historia que no era acorde a su realidad, con tres años de carrera por enfrentar y con un montón de dudas que la abordaban; y yo por creer en un amor problemático y proyectar con ella como si mi vida fuese una vida normal.
Tras casi dos semanas en Nápoli viajamos a Sicilia de barco, y también aquella semana en Palermo fue perfecta, Clara me llevó de paseo a tantos lugares como pudo, me llevó a comer a lugares típicos y debido a que estaba sola me hospedó en casa de sus padres. También durante dos días hicimos un corto viaje con nuestras bicicletas, en el que recorrimos 100 km, y pese al frío acampamos. La pasamos bárbaro y por ello pensamos: “¿Por qué no continuar juntos?”
Esperando el momento justo nos volvimos a Nápoli, y mientras Clara asistía a sus clases yo iba a la via Toledo para vender mis fotos. Así pasamos otras dos semanas, alimentando nuestra pasión y también nuestra locura.
Al término de las clases en la universidad Clara se volvió a Palermo para hablar con sus padres y les contó sobre nuestra historia y nuestros planes, pero a partir de entonces un verdadero infierno comenzó.
Típica familia tradicional, del interior de Sicilia, debí haber escuchado a mis amigos de San Felice a Cancello, cuando me decían que los sicilianos, aún más si son del interior son muy cerrados en relaciones extramatrimoniales, y era obvio entonces que en una historia como la nuestra serían peor.
En viaje por la Sicilia
Pese al enojo de sus padres, decidimos hacer un viaje juntos. Por ello dejamos Palermo en dirección oeste. Aquella tarde pedaleamos 60 km para luego acampar en una playa tranquila. En el segundo día tuvimos muchas montañas y Clara me sorprendió, porque durante toda la pedaleada ella siempre iba adelante. Y me repetía una y otra vez: “questo me piache, me vedo en la Grecia con te”. Y seguíamos soñando…
Aquella tarde pasamos por Castelvetrano a visitar a su amiga Linda, su compañera de facultad y luego pedaleamos hasta Triscina, donde nos hospedamos en la casa de fin de semana de Toto, el novio de Linda. Y la pasamos bien, porque estuvimos mas tranquilos que en Palermo. Aquella noche Toto y Linda nos llevaron a pasear y el domingo fuimos a la playa y entre amigos nos halagaron con una barbacoa.
Nuestro viaje por la isla continuo hacia Sciacca, según Clara, no tenía nada por el cual preocuparme, porque en la Sicilia ella era la guía, pero a decir verdad no siempre fue así porque en más de una ocasión tomamos el camino más largo o el más montañoso; recuerdo la última noche de camping debimos pedalear unos cuantos km de más para abastecernos con comida y agua. Pero valió la pena, porque cuando llegamos a Eraclea Minoa el lugar era perfecto. Aquel día habíamos pedaleado 100 km y yo terminé más cansado que Clara
Finalmente llegamos a Agrigento tras muchas subidas y otra vez con varios errores de ruta. A su entrada pasamos por el Valle de los Templos, fue en esta ciudad donde Clara estudió la Universidad y obviamente donde se lució como guía. Según me explicaba las ruinas datan del siglo V y VI y se cuentan entre los más antiguos complejos de edificios griegos fuera de Grecia.
Aquel día Toto se encontraba en Agrigento, porque también allí él estudiaba su facultad. Por ello nos hospedamos en su casa con sus dos amigos. Recuerdo el segundo día cuando ya tras una semana de viaje, Clara recibe una llamada de su hermana, que vive en el norte de Italia y comenzó a presionarla para que vuelva. Aquel día Clara y yo discutimos y quise irme. Y fue cómico porque Toto vino a pedirme para que no me vaya, pero estaba enojado y ya no me importaba nada. Por ello Toto con dos amigos me dijeron en buenos modales que si yo me iba tendrían que reaccionar y por orden de Clara impedirlo, y si era necesario utilizando la fuerza. Pensé que estaban bromeando, pero bastó con mirarlos a los ojos a cada uno de ellos. No lo podía creer, estaba en Sicilia sufriendo y secuestrado por una mujer?
Al día siguiente Clara y yo estábamos destrozados y mientras ella compraba su ticket de tren yo sentía impotencia y una gran tristeza. Y no pude hacer nada. Durante el mes siguiente que estuve en Italia nos encontramos otras dos veces, pero a ella siempre le faltó coraje para dejar todo y venirse conmigo, como me decía.
Por ello partí para Grecia, enamorado, y pensando en volver algún día por ella.