Rabat es la segunda ciudad de Marruecos, capital administrativa del país con una población de poco más de medio millón de hab. A mi llegada me dirigí al mercado municipal, que se encuentra en la Medina, la parte vieja de la ciudad, que está protegida por una gran muralla de color ocre rojizo, de 5 km de largo.
Llegué a Tánger en un ferry desde Tarifa, y ni bien desembarqué me sentí feliz de pisar nuevamente suelo africano. Ya había pasado más de un año en Europa en los que recorrí 13.000 km. Y ahora era Marruecos quien me daba la bienvenida.
Tánger es la puerta noroccidental del continente, tiene una población de 350.000 hab., y una mezcla de culturas, islámica y cristiana, que se reflejan en una variada arquitectura, y para mi alegría, la mayoría de sus habitantes como en varias ciudades del norte del país habla español.
Corría el mes de agosto de 2005 y las ciudades estaban llenas. Debido a las vacaciones había muchos turistas principalmente españoles y franceses; y también todos aquellos marroquíes que se radicaron en el exterior y regresaban para visitar a sus familias.
Por ello en cada ciudad, encontrar un lugar barato para alojarme me demandaba recorrer entre 10 o 20 hoteles, una tarea difícil tras pedalear entre 100 y 130 km diarios.
Rumbo al sur visité Asilah, una pequeña ciudad donde existe un centro turístico de playa. Y camino a Rabat paré para dormir en Larache y en Kenitra, dos ciudades que reposan sobre el océano atlántico con algunas ruinas, playas rocosas y construcciones más típicas.
Pero lo que más me asombró fue el área de cultivos que existe en una ruta secundaria por donde casi no pasa tráfico. Plantaciones de melón, sandía, caña de azúcar, maíz, calabaza, tomate y ajíes. Todo era un verde intenso con sistemas de riego; eran hombres y mujeres que trabajaban manualmente la tierra; también niños y niñas; y la mayoría de ellas cubiertas con sus velos.
Recuerdo cuando en una ocasión dudaba sobre el camino que había tomado y me detuve a lo largo de él en tres ocasiones para preguntar acerca de mi destino. Pero que difícil fue!!! El primer hombre me dijo que faltaban 30 km aproximadamente, media hora después otro hombre en un pobre francés me informó que faltaban 40, y al rato mi último informante me dijo que todavía faltaban entre 50 o 60 km.
“Mejor no preguntar más” pensé; parecía que estaba pedaleando en sentido contrario.
Rabat, km 44.625
Rabat es la segunda ciudad de Marruecos, capital administrativa del país con una población de poco más de medio millón de hab. A mi llegada en búsqueda de frutas baratas me dirigí al mercado municipal, que se encuentra en la Medina Kedima.
La Medina es la parte vieja de la ciudad y está envuelta por una gran muralla de color ocre rojizo, de 5 km de largo que fue diseñada en el siglo XII por el sultán Yacoub El Manssur para su protección.
Caminando entre sus callejuelas sentí como si me hubiese transportado en el tiempo, sus calles eran muy angostas y repletas de negocios; con la mitad de sus mercaderías en las veredas; con sus paredes que se asimilaban a una antigua ruina y con su gente que siempre de la manera más amable me ofrecía la variedad de sus productos.
También visité el Mausoleo de Mohamed V, donde existen ruinas del siglo XII y la tumba del mismo rey que gobernó hasta 1961, cuando su heredero Hassan II subió al trono. Pero hoy es su hijo, Mohamed VI, quien reina Marruecos.
Una tarde en un bar conocí a Yassini y me explicó porque los marroquíes prefieren la monarquía; “es preferible una familia con tradición que sea la que reine y no la lucha por el poder y el enriquecimiento de cada presidente”.
Casablanca
Llegué a Casablanca tras una dura pedaleada, pedaleé por la costa con viento encontra y durante toda la tarde con mucho calor, porque no quería llegar de noche sabiendo que tendría que buscar un hotel. Y no me equivoqué porque visité más de 20 hoteles hasta encontrar uno acorde con mi presupuesto y mis pretensiones.
Aquí en Marruecos, algunos hoteles pueden ser baratos, pero las condiciones higiénicas a veces son deplorables. Finalmente me instalé en un hotel de media categoría, pero en el cuarto más barato donde seguramente no lo limpiaban muy seguido porque cuando me acosté salieron por debajo del colchón varias cucarachitas que seguramente se incomodaron conmigo.
Así y todo me ensañé un poco pero me acosté, estaba muy cansado.
En el hotel conocí a Ermelinda, una sudamericana muy atrevida y alocada que llegaba de Italia y que no tenía ni la mínima idea del lugar donde había llegado. Su viaje a Casablanca había sido toda una odisea, viajaba con un pasaporte falso y según le habían indicado debía viajar desde Casablanca para llegar a Canadá, el tercero de sus 4 destinos. Pero para ello tuvo que esperar varios días. Por ello decidimos hacer una excursión al desierto juntos.
Casablanca es la capital comercial de Marruecos, tiene 5 millones de habitantes y una zona puertaria que se extiende por más de un km. Es una ciudad con mucho ajetreo, con un tráfico ensordecedor, con un alto grado de polución y con extensos barrios degradados en su periferia.
Pero también tiene una elegante zona residencial, con grandes avenidas llenas de palmeras, lujosos edificios y su gran obra: La Gran Mezquita de Hassan II, la tercera más grande en el mundo árabe. Con capacidad para 25.000 fieles dentro y 80.000 fuera.
Fue el antiguo rey quién decidió construir la Mezquita de 90.000 metros cuadrados sobre la costa. Inspirado en el versículo del Corán “el trono de Dios estaba sobre el agua”
Cuando llegué a Casablanca, presenté el proyecto a algunas empresas para que me financien mi paso por Marruecos, pero la mayoría de los directores de las compañías que visité estaban de vacaciones, corría el mes de agosto de 2005.
Así y todo el Sr. Harimi del Farah Hotel me brindó la estadía free y la empresa marítima Comanav me obsequió el ticket para la travesía a Francia, de donde seguiría viaje rumbo a Italia.
Y para ellos fue bueno, porque luego me entrevistaron en la televisión y en 6 periódicos.
El último día me paré en la calle peatonal del centro de la ciudad e intenté vender algunas de mis muñequitas o algunas de mis fotos. Mucha gente se detenía para conversar conmigo pero sólo unos pocos contribuían; por momentos se me amontonaban entre 15 y 20 personas pero enseguida llegó la policía y me echó; según ellos la venta en la calle está prohibida; y mi bicicleta y yo causábamos un gran disturbio.