Camino a Lisboa

Km 42.448 – Rumbo a Lagos

Rumbo a LisboaCrucé la frontera e ingresé a Portugal con una sensación muy extraña. Había pasado casi tres meses en Andalucía y me habían marcado.

A veces creo que en algunos lugares dejo un pedazo de mí, algunas personas aparecen y dejan su marca, y siento que ellas son más que parte de mi camino. Recuerdo al Che en Helsinki y a Evert en Gotland. También a los parientes de mi abuelo en Sevogia o la gitana, como a mi gustaba llamarla, en Sevilla.

Ingresé a Portugal más confuso que nunca, porque quizás había vivido la historia de amor más fuerte de mi viaje. Y que difícil resulta a veces, echarse a la ruta nuevamente.

Pero esta vez fui por más, porque la gitana viajó a Lagos para encontrarme. Pese al viento de los 4 días pedaleé con más entusiasmo de lo normal, como alguien cuando enamorado va a buscar a su novia. Y me sentí extraño, porque en el fondo no sabía muy bien que sucedería.

El camino hacia Lagos fue bastante duro, porque sobre la tarde el calor rondaba los 40º, aunque nunca me faltó el agua o la comida como aquel día en el desierto de Danakil, en Djibouti. Con el tiempo en la ruta también aprendí a soportarlo, llega un momento en el que ya no me afecta y entonces, de la manera más intensa, como todo en este viaje, dejo que el calor me abrace.

LagosEl Algarbe, la región sur de Portugal es una zona top en el turismo europeo, alemanes e ingleses, entre otros, buscan calas tranquilas y pueblos pesqueros para pasar sus vacaciones, por ello pensé que encontrar un buen lugar para pasar unos días no iba a ser fácil. Pero las cosas fluyen cuando tienen que serlo y así fue esta vez; porque la Cámara Municipal de Lagos y el hotel Sol y Praia, me brindaron la estadía para mi luna de miel.

Y realmente fue eso, una verdadera luna de miel, esas en la que uno no desea que algún día termine. Pero como en todo, el día llegó y sucedió lo que era obvio; la gitana y yo nos separamos y cada uno partió con su realidad, aferrándonos a los mejores recuerdos.

A veces me preguntó si podré hacerlo…

Seguir con el viaje, mismo que aparezca la mujer de mi vida. Pero creo que eso es algo que todavía el destino debe jugarme. Mientras tanto la ruta es mi gran y única compañera.

Camino a Lisboa – Km 42,770

La ruta hacia Lisboa fue una de lo más duras que tuve en Europa. Dejé Lagos mal dormido y casi sin fuerzas; y para colmo el viento me exigió al máximo. Mi camino hacia la capital fue con una temperatura sofocante.

Recuerdo aquella noche que acampé en las afueras de Santiago, un pueblo del interior que me pareció un buen lugar para descansar. Para ello me oculté junto a unos arbustos y lejos de unas casas. Pero cuando tenía la tienda armada un perro que deambulaba por allí se ensaño conmigo. Pero no me importe, porque sus ladridos no pudieron con mi cansancio, había pedaleado 105 km.

5- Monumento a los colonizadoresLlegué a Lisboa tras 4 días de viaje. Situada sobre el estuario del río Tajo, la capital se extiende hasta poblaciones vecinas alcanzando casi los dos millones de habitantes. Es una ciudad cosmopolita, con gente de todos lados; hindúes, paquistaníes, negros y árabes; pero los que más abundan son los gitanos, como en todo el sur de la península ibérica. Al principio me sorprendí cuando en los primeros 200 mts de la calle principal se me acercaron 5 o 6 personas diferentes ofreciéndome hashis, luego conversando con la policía supe que lo que venden no pasa de ser nuez moscada mezclada con algo más, según el oficial lo justo para engañar al turista.

Mucha gente me advirtió sobre Lisboa, pero a veces soy muy confiado, y esta vez me la hicieron como a un jiripolla. Una tarde en un ciber café me robaron el bolso donde llevaba mi cámara de fotos y algo de dinero entre otras cosas. Lo dejé junto a mis piernas, pero entre tanta gente que había alguno se lo cargó. De repente miré y no estaba más. No lo podía creer, me la pusieron otra vez pensé, pero ahora como a un niño de 12 años, y que bronca me dio! Y no pude hacer nada, me la tuve que aguantar, esto también era parte del viaje me dije, como queriéndome consolar.

Al menos durante mi estadía en la ciudad, vendí bien, la calle Augusta era un verdadero desfiladero de turistas. Allí conocí a María, una asturiana que sin importarse con su grado universitario pasaba algunas horas actuando de mimo, porque el teatro era su pasión.

El domingo visité un templo Hare Krisna, donde comprobé que su filosofía cada vez me cautiva más. Y el Bhagavad Gita, que me regalaron en Brasil, continua siendo el único libro que me acompaña.

Camino a la playa visité Oeiras, un barrio en las afueras de Lisboa. Allí me recibió Lochama, un monje Hare Krisna que lleva 30 años en el movimiento. Y charlar con él fue como una bendición y una carga de energía para seguir viaje.

Cabo da RocaTambién visité Sintra, un pueblo entre barrancos y bosques que conserva magníficos palacios, donde uno se siente como parte de un cuento. Pero sin duda lo mejor de Portugal fue Cabo da Roca, el punto más occidental del continente. Allí acampé un par de días y me deleite con sus paisajes imponentes y con sus atardeceres en el atlántico.

Y me sentí encantado, quizás porque tomé conciencia donde me encontraba, era mi Km. 43.180.

Agradecimientos

Cámara Municipal de Lagos – Hotel Mar y Sol (www.costadoiro.com)

Y a vos gitana, por haberme permitido vivir este capítulo de mi viaje

1 Comentario

  • María
    Posted 1 septiembre, 2023

    Hola, Pablo, soy María, la mimo de Lisboa. Algo te trajo de pronto a mi memoria. Pensé, dónde estará este loco y resulta que ya regresaste. Dieciséis años en la ruta. Te mando un abrazo, María.

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