Km 68.040
Tras varios días difíciles de ruta, llegué a Teherán; y allí en la capital todo cambió. Quizás porque la gente es más abierta, más educada o simplemente porque uno no es el único turista que se distingue entre sus calles.
Teherán es una ciudad gigante, de unos 15 millones de habitantes, pero no es difícil ver a quien busca información con un mapa, o quien perdido es acompañado y guiado por la primera persona que se le acerca. Basta con algunos minutos de circular entre sus calles para descubrir la calidez y disponibilidad de su gente y entender que éste no es el Irán que vemos por la televisión.
A mi llegada me recibió Reza, a quien había contactado a través Couchsurfing.com, un sitio de internet en el que abundan los viajeros y las ganas de conocer gente de todos lados. Reza que fue campeón mundial de Paintball, ahora forma parte del comité de árbitros de ese deporte, y por ello me llevó a asistir un mini-campeonato en el que me honraron con la tarea de entregar el tercer premio. Allí durante toda la tarde sus compañeros me asistieron como a un amigo. También estuve varios días en casa de Karim y su padre, donde verdaderamente me atendían como si estuviese en un hotel, en verdad que este sitio de internet es fabuloso, y la gente en Teherán muy generosa. Incluso hubo un día en el que me senté en un bar, y al saber que era argentino, me dijeron que era la casa quien invitaba. La gente en la capital nunca dejó de agasajarme.
La ciudad tiene un aire cosmopolita, y en ella se cobijan diversos grupos étnicos y lingüísticos provenientes de todo el país. La mayoría de los habitantes son Shiítas y la minoría Sunita, Zoroastrista, Judía y Cristiana. También existen pequeños grupos de hinduístas, budistas ateos y seguidores del sufismo.
Durante mi estadía en Teherán me fui interesando por la historia y la actualidad de Irán, por ello entre algunos libros y charlas fui aprendiendo un poco sobre el país donde me encontraba. Según me explicaron el año 550 a.C., Ciro II el grande, un noble de la familia Aqueménida unificó a los persas y conquistó Babilonia, Siria, Palestina y Asia menor. Pero fueron sus sucesores que hicieron del imperio Persa el mayor imperio hasta entonces, conocido en el Próximo Oriente. Darío I fue quién alcanzó su máximo esplendor, elaborando una red de caminos y edificando palacios y monumentos en las capitales: Susa y Persepolis, hoy unos de los principales puntos turísticos a visitar en Irán. También convirtió en religión oficial el Zoroastro. El Zoroastro o Zaratustra, es una de las primeras religiones monoteístas, el libro sagrado es el Avesta, ésta religión todavía existe en Irán y es una de las religiones oficialmente permitidas, aunque la religión mayoritaria es el Islam. También hay seguidores de Zaratustra en India y otros países, que creen en un Dios único “Ahura Mazda”. La base de esta religión es “pendare nik, goftare nik, kerdare nik” que quiere decir: “pensar bien, hablar bien, hacer bien”
El Imperio Persa culminó con la invasión de Alejandro Magno en 336 a.C.
Durante el siglo siguientePersia estuvo bajo el dominio de diferentes pueblos pero a mediados del siglo VII se produjo la conquista de los árabes y la introducción del Islam, y tras ello diferentes dinastías se repartieron el poder durante los siguientes 5 siglos. En el año 1220 Persia fue conquistada por los mongoles de Gengis Kan, hasta que a principios del siglo XVI alcanzaron la independencia dándose inicio al Imperio Safávida, el más grande desde la conquista musulmana, en el que se inician nuevas dinastías con sus respectivos Shah o emperador.
La historia del Petróleo
Reza es el director de una empresa de software que se dedica a prestar servicios a empresas relacionadas en la industria del petróleo. En su oficina tenía un mapa gigante colgado en la pared con todos los yacimientos petrolíferos y de gas. Por ello charlar con él, me resultaba fascinante. “Irán es el tercer país con mayores reservas de petróleo en el mundo” me decía, y el segundo en gas”. “Por ello no es difícil entender cual era el verdadero interés de las diferentes colonias que comenzaron a llegar hace 150 años.”
A finales del siglo XIX, cuando se entendió que el petróleo reemplazaría al carbón como la principal fuente de energía del siglo XX, Persia junto a Medio Oriente han sido el blanco de un puñado de potencias occidentales ansiosas de controlar la región y sus recursos, e impedir que sus rivales hagan lo mismo. En aquella época Irán era una sociedad atrasada y feudal. La mayoría de la población vivía en el campo y trabajaba la tierra. Había una variedad de tribus unidas por la religión y una monarquía. La voluntad del monarca era absoluta.
Así Persia fue un punto focal de una lucha prolongada entre Rusia e Inglaterra por el control político y económico, mientras que al mismo tiempo modernizaban el país.
En aquel entonces Gran Bretaña no tenía acceso de primera mano al petróleo y era dependiente de EE.UU., Rusia o México para sus suministros. Por ello a través del geólogo e ingeniero inglés William D’Arcy, Gran Bretaña pudo afianzar derechos de inspección petrolífera en las tierras del Shah Persa Muzaffar al-Din.
En 1901 D’Arcy obtuvo una concesión de 500,000 millas cuadradas (casi el 85% de lo que hoy es Irán) por 60 años. Le daba el derecho exclusivo de explotar el petróleo por un pago al gobierno de 20.000 libras esterlinas, 20.000 libras en acciones y el 16% de las ganancias. En colaboración con el gobierno inglés, D’Arcy estableció la compañía Anglo-Persian Oil (que más tarde pasó a ser Anglo-Iranian Oil y después British Petroleum). En aquel entonces el procedimiento a seguir en los países dónde se descubrían yacimientos consistía en que una delegación se entrevistaba con el rey o Shah, que por lo general desconocían qué era o para qué servía el petróleo, y luego por medio de un pago, normalmente en monedas de oro o plata o un pequeño porcentaje se conseguía la concesión. Dichas concesiones eran un permiso para extraer, tratar y transportar el crudo.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la AIOC (Anglo-Iranian Oil Company) y el gobierno Iraní se resistieron a la presión nacionalista para revisar las condiciones de la concesión de AIOC aún más a favor de Irán. En 1951, Ali Razmara, el Primer Ministro, pro-occidental es asesinado y así el Parlamento Iraní eligió al nacionalista, Mahoma Mossadeq como Primer Ministro. Meses después, el parlamento nacionalizó la industria del petróleo y el Sha, Mohammad Reza Pahlevi es empujado al exilio. Así, el gobierno británico entendió que la única manera de recuperar el control de AOIC, era removiendo a Mossadeq del poder. Y por ello con al ayuda de los Estados Unidos derrocó al gobierno Iraní. La conspiración de la CIA y el MI6 (Agencia de Inteligencia externa del Reino Unido) fue conocida como operación Ajax.
En agosto de 1953, Mossadeq fue forzado a dejar el poder mediante un golpe militar, y fue reemplazado por el General pro-occidental Fazlollah Zahedi. De esta manera, la AIOC se convirtió en la BP, (Compañía de Petróleo Británico) en 1954, y reasumió las operaciones en Irán. Sin embargo, no se permitió monopolizar el petróleo Iraní como antes; y la BP fue limitada en un nuevo consorcio internacional. Por su parte, el Sha Mohammad Reza Pahlevi recuperó el trono y se convierte en uno de los grandes aliados de occidente en la región, gobierna con mano de hierro apoyándose en la ayuda militar de EE.UU. y en una poderosa policía, la Savak. Así suprime los partidos politicos y emprende una política de modernización del país, emprende reformas agrarias, nacionaliza recursos naturales y extiende el sufragio a las mujeres. También se inclina al laicismo y al reconocimiento de Israel.
La revolución Iraní de 1979
Las reformas del Sha no tienen los efectos anunciados, una gran parte de la población se empobrece cada vez más, mientras que la oligarquía dominante se enriquece. Pero todo intento de sublevación era sofocado por la autoridad del Shah, y la Savak, que se encargaba de vigilar y reprimir todas las actividades de la población civil relacionadas contra el Shah y la dictadura. A ellos se les atribuyen las desapariciones y torturas durante el reinado del Shah. El descontento es aprovechado por el clero shiíta, que cuenta con el apoyo del 80 % de la población y que critica la pérdida de la moral y los valores islámicos, y la intromisión de las potencias occidentales.
La revolución surge en Qom, una ciudad religiosa a 150 km al sur de Teherán, de donde Ayatollah Jomeini su líder religioso era originario. La gente salió a protestar a la plaza del pueblo y la policía abrió fuego contra la multitud. El resultado fue centenares de muertos. Esto provocó protestas en todo el país y más muertes. Hasta hubo momentos en que soldados iraníes se negaron a abrir fuego sobre los trabajadores y campesinos y volvieron sus rifles contra la clase dominante. El ambiente se hizo demasiado tenso y por ello el Shah huyó y se exilió en Egipto.
El 1 de febrero de 1979 regresa Ayatollah Jomeini, que se encontraba exiliado en Francia. Bajo su dirección, los islamistas consiguen enseguida hacerse con las riendas de la revolución y reprimir a los demás grupos. El 31 de marzo se hace un referéndum, la opción del clero es respaldada, según los datos oficiales, por el 98 % de la población e Irán se convierte en una República Islámica.
Las relaciones con los EE.UU. se volvieron trágicas cuando estudiantes de Irán entraron y capturaron a 52 personas de su embajada y los catalogaron como espías y ligados con la CIA, y por ello los tomaron como rehenes. Sólo 14 meses después fueron liberados. Las masas gritaban: “Muerte al imperialismo USA” y quemaban las banderas de los EE.UU.
Pero para muchos la revolución no fue un éxito; porque el poder pasó a manos de la clase obrera iraní y ésta no sabía que hacer y tampoco tenía nadie que se lo explicara. Así Jomeini pasó a ser el líder definitivo, quien colocó a sus más cercanos aliados religiosos en los puestos claves del gobierno. Y juntos hicieron todo lo que estuvo en sus manos para aplastar el movimiento independiente de la clase obrera utilizando las capas más atrasadas e ignorantes de la sociedad para instalarse en el poder. En primer lugar, se atacó a los liberales e izquierdistas, y luego se reprimió a sus propios adversarios religiosos. En ese año, más de 1.500 personas habían sido ejecutadas bajo el régimen de Jomeini. También llevó a cabo una purga de todos los elementos “contrarios al Islamismo” en las universidades, en la prensa y en otras instituciones culturales. Al poco tiempo, muchos iraníes, especialmente aquéllos que no compartían el fervor religioso, se vieron sometidos a un régimen político y culturalmente represivo. También se nacionalizaron muchas industrias, entre ellas la del petróleo.
En septiembre de 1980, aprovechando el caos reinante en los primeros meses de la Revolución, el presidente iraquí Saddam Hussein atacó Irán dispuesto a lograr algunas ganancias territoriales y a derrocar a Jomeini. Irán que al inició se encontró en una situación desfavorable frente a su rival, consiguió revertir su posición a partir de 1982 y por ello su líder religioso proclamó su determinación de hacer llegar la revolución a toda la región. Así los gobiernos árabes de la zona apoyaron la idea de contener a Irán y con el apoyo de Estados Unidos, consiguieron respaldar Irak para frenar el avance de Irán. La guerra Irak – Irán duró 8 años
Mis últimos días en Teherán
Hoy a casi 30 años de la revolución basta con caminar por la calle para notar las secuelas que ésta dejó. En marzo de 1979 se declaró obligatorio el uso del velo en las mujeres. Según Jomeini, la mujer debía ocultar al hombre, e incluso a los jóvenes impúberes, su cabellera y su cuerpo. Pero en la actualidad muchas mujeres muestran su descontento con la vieja medida, mostrando su cabello tanto como les sea posible. Parece mentira, pero en muchos locales existe un cartel que dice que no se atienden a mujeres que no cubren su cabello como es debido. Según Mahdi, los locales son forzados a tener tal cartel, “pero es muy raro que luego esto suceda”, me decía.
También Mahdi me habló sobre la energía nuclear y su necesidad: “Irán es un país donde la electricidad está subvencionada y quizás por ello resulta difícil regular su consumo. Pero en la actualidad nosotros debemos importar energía de países vecinos”. “La energía nuclear es un derecho de la población y no de los gobiernos”, me decía. “También la gasolina es subvencionada en el país, pero hay un límite: 120 litros mensuales por auto, el resto se paga a precio normal. Pero la medida es tomada por el excesivo tráfico en las ciudades y la falta de estructura de las mismas”.
La última semana de mi estadía me albergó Hadi, un estudiante universitario que planea con grandes ansias hacer su postgrado en el exterior; y quien muy curioso me preguntaba sobre las costumbres de la juventud occidental. Hadi era de una familia religiosa, rezaba 5 veces por día y en verdad que tenía una mente muy sana. A su madre, que no hablaba inglés le encantaba sentarse conmigo en la mesa, y charlar acerca del Islam. Un mañana tuve el privilegio de poder visitar una clase del Corán, eran solo mujeres, que al saber que entraría, se cubrieron con sus mantas negras y luego se dejaron fotografiar; algo casi imposible por estas latitudes. Al término de mi estadía, la mamá de Hadi que siempre se cubría con su manta cada vez que me veía me regaló un CD con el Corán en español. En verdad que fue una familia encantadora.
Durante mi estadía también visité la Embajada Argentina, donde asistí a una tertulia y donde conocí a Khalili, el director de Butane, una de las mayores empresas del país, en la producción del gas licuado del petróleo. Khalili quién habla español muy bien enseguida se interesó por el proyecto que vengo realizando y me acogió junto a su familia. Y en verdad que me hicieron sentir como si fuesen mis parientes lejanos. El también me ofreció ser mi sponsor iraniano y junto a su esposa organizaron en Nikzad Gallery una exposición de mis fotos. Y allí en la galería conocí a más de sus familiares y amigos, quienes también contribuyeron comprando mis fotos. Que fácil sería mi viaje, si en todos los países conocería mas gente como Khalili.