Rumbo a Sevilla, km 40.030

Una vez pasado el invierno europeo, en el que trabajé mucho para la web así como también en la elaboración de una proyección de fotos, tracé la ruta a seguir, y tras despedirme de mi familia en Madrid encaré la ruta en dirección Andalucía.

Era el inicio de la primavera y el tiempo aún no era bueno. Recuerdo cuando la primera noche de acampada, el frío casi no me dejó dormir.

Y que difícil que es en este país, seleccionar un lugar confortable para armar la tienda. El suelo en España es muy rocoso, y casi siempre bajo mi bolsa de dormir hay una gran roca que se me incrusta en la espalda.

Camino a Sevilla visité Córdoba, una ciudad que se enorgullece por su antigua mezquita que representaba el poder del Islam cuando la Península Ibérica quedó casi en su totalidad bajo el domino árabe en el siglo VIII. Pero hoy la antigua mezquita alberga diferentes estilos arquitectónicos, resultado del fin de la era musulmana y la reconquista de los reyes católicos de España.

Cuando llegué a Sevilla, se festejaba la feria de abril. Un mega-evento que reúne durante 6 días a toda la población de la ciudad, para bailar, comer y beber.

Lo interesante fue apreciar como toda una ciudad se une eufóricamente en el regocijo de una gran fiesta donde la música sevillana y sus vestimentas son sus principales protagonistas. Pero en la feria no me fue bien, nunca vendí tan poco con tanta gente alrededor, pero me divertí mucho, porque conocí un montón de artistas callejeros y principalmente porque recibí la visita de mi gran amigo Oli.

Granada, km 40.915

Mi viaje por Andalucía continuó hacia Granada, el último bastión árabe, que durante 250 años fue la capital del reino musulmán. La Alhambra es el más importante legado de su reino, un complejo majestuoso y detalladamente trabajado. Hoy es el atractivo principal de la ciudad y aunque parezca mentira es visitado por miles de personas al día. Por ello mis ventas aquí casi siempre fueron buenas.

En Granada conocí a Esther, una guía de turismo que conocía todos los secretos de la ciudad. Con ella recorrí el casco antiguo, el Albaicín y el barrio gitano o “Sacromonte” en cuyas laderas existen varias cuevas donde antiguamente vivían los gitanos de la ciudad. Pero sin duda lo que más me gustó fue presenciar en una de sus tabernas un espectáculo flamenco. Según Esther el flamenco más que un baile es una expresión artística de las alegrías y de las penas de la vida. No hay una coreografía estricta, los bailarines improvisan sus movimientos al ritmo de la guitarra y del sentimiento.

La Costa del Sol, km 41.093

Mi camino en el sur de España continuó hacia la costa del sol; pasando por Málaga, Torremolinos, Benalmádena y Fuengirola. Todos destinos turísticos que en esta época del año estaban invadidas por ingleses y alemanes.

Allí pasé varias noches durmiendo en la playa, el clima estaba bárbaro y los lugares eran muy tranquilos. También visité Marbella el complejo costero más exclusivo de la costa del sol donde me encontré de casualidad con Rulo, un amigo y su banda de Mar del Plata.

Y en Marbella tuve suerte, porque conseguí de la Delegación de Deportes un permiso de 4 días para vender mis fotos y mis muñequitas en la vía pública y vendí muy bien.

En Puerto Banús, traté de hacer lo mismo y conseguir otro permiso, pero en su ayuntamiento no resultaron ser tan simpáticos. Entonces continué viaje hacia Estepona, donde me recibió Carlos, un argentino que sigue mi viaje por internet desde hace mucho tiempo y quién me brindo su cama mientras él dormía en el sillón.

Luego visité Gibraltar, pero no me gustó porque geográficamente es parte de España, pero políticamente pertenece a los ingleses. Viajando por España siempre me sentí como en casa, pero al ingresar a Gibraltar tuve que mostrar mi pasaporte español, siempre debí hablar inglés y encima pagar en pounds.

Continuando por la costa me detuve en Tarifa y luego en Cádiz, una de las ciudades más bonitas que vi en España, y que lindas playas!!! Allí me encontré con Mustafa, un marroquí que pinta caricaturas y que había conocido en la feria de abril en Sevilla.

Y como mi camino seguía hacia Portugal, la ruta me llevó nuevamente a Sevilla; mi recorrido por el mundo nunca es lineal. Y esta vez Sevilla me atrapó. Enseguida a mi entrada me crucé con Pablo, un fanático de la bicicleta, arquitecto y alpinista, todavía rebelde y con muchos sueños, quién no dudó en instalarme en su casa. Y vaya que lo hice!!!

Aprovechando la casa de Pablo dejé la bici, y viaje para Ibiza a visitar a mi hermano, Ale esta vez me ayudaba con una proyección de fotos. Y de paso, porque no un poco de circo loco, y que bueno, allí también me encontré con otro amigo, Diego.

Finalmente regresé a Sevilla por tercera vez, y luego una cuarta, cuando desde Portugal me dirigí a Marruecos.

Y debo confesar que la ciudad andaluza fue el lugar donde me dieron ganas de pasar un tiempo, fue como mi casa en el sur de España, donde hice amigos y algo más, por ello su gente y su idiosincrasia quedaran grabadas para siempre.